viernes, 19 de marzo de 2010

QUINCE.

Los estudios dicen que se habla quince veces más de las experiencias negativas que de las positivas.
Esto significa que a lo largo de nuestra vida personal,profesional,deportiva,etc,nos valoraremos más en función de nuestros fracasos que en función de nuestros éxitos.
Y que de nuestros fallos se hablarán quince veces más que de nuestros aciertos.
Pero yo creo que no son quince,sino treinta y ocho...
Por eso considero fundamental que en el período de entrenamiento,de crecimiento,o de aprendizaje,se nos facilite alcanzar experiencias de éxito personal que nos suavicen la abrupta cuesta de la superación personal.Es un paradigma,además,de la pedagogía:toda conducta seguida de una recompensa positiva se refuerza y no se olvida.
Crear estas situaciones en las que el propio alumno descubre su capacidad para resolver adecuadamente un reto,un problema,no es fácil.Porque se parte de una situación de tensión que en principio pone en cuestión la capacidad de uno mismo para actuar con éxito.
¿Porqué?Tendemos a pensar que para cada problema hay una solución.Una.Y sólo una.Y nos ponemos a buscarla como aguja en un pajar.
Y no es así.Generalmente hay varias,que se pasan por alto porque llevamos las burreras puestas para sólo mirar un estrecho palmo del pajar.
La mejor manera para encontrar diferentes soluciones posibles será arrancarnos las burreras,y lanzarnos a cara descubierta al montón de heno que nos espera.
Lleno de agujas.
Quince por lo menos,para cada problema.

Paloma Brinkmann